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22 may 2014

Radical by Pastor, David Platt


Vivimos en una cultura de iglesia que tiene una peligrosa tendencia a desconectar la gracia de Dios de su gloria. Nuestros corazones celebran la idea de disfrutar de la gracia de Dios. Nos deleitamos en los sermones, las conferencias y los libros que exaltan una gracia centrada en nosotros. Y aunque la maravilla de la gracia merece nuestra atención, si esa gracia se desconecta de su propósito, el triste resultado es un cristianismo centrado en sí mismo que no tiene en cuenta el corazón de Dios.
Si le pidiéras al cristiano promedio que se sienta en una reunión un domingo por la mañana que resuma el mensaje del cristianismo, lo más probable es que  diga algo así: “El mensaje del cristianismo es que Dios me ama.”  Alguno también podría decir: “El mensaje del cristianismo es que Dios me amó lo suficiente como para enviar a su Hijo, Jesús, a morir por mí” Por más maravilloso que resulte este sentimiento ¿es bíblico? ¿No está incompleto, si nos basamos en lo que hemos visto en la Biblia? Dios me ama no es la esencia del cristianismo bíblico, porque si el mensaje del cristianismo es  Dios me ama, ¿cuál es su objeto?

Dios me ama A mí.El objeto del cristianismo soy yo.
Entonces, cuando busco una iglesia, busco la música que mejor me cae y los programas que cuidan mejor de mí y de mi familia. Cuando hago planes para mi vida y carrera, pienso en lo que da mejor resultado para mi y para mi familia. Cuando considero la casa donde viviré, el auto que conduciré, la ropa que me pondré, la manera en que viviré, escogeré de acuerdo con lo que sea mejor para mí. Esta es la versión del cristianismo que prevalece en nuestra cultura. Sin embargo, no es el cristianismo bíblico. El mensaje del cristianismo bíblico no es: Dios me ama, punto y aparte, como si fuéramos el objeto de nuestra propia fe. El mensaje del cristianismo bíblico es : Dios me ama para que yo dé a conocer entre las naciones sus caminos, su salvación, su gloria y su grandeza.”
Entonces, Dios es el objeto de nuestra fe y el cristianismo se centra alrededor de Él. Nosotros no somos el fin del evangelio, sino Dios. Dios se centra en sí mismo, incluso en nuestra salvación. Recuerda sus palabras en Ezequiel: nos salvó, no por nuestro bien, sino por el bien de su santo nombre. Hemos recibido la salvación de modo que su nombre se proclame en todas las naciones. Dios nos ama por su bien en el mundo. Esto nos puede caer como un golpe. ¿Quiere decir que Dios tiene un motivo oculto al bendecirnos? ¿No somos los receptores finales de su gracia? Y la respuesta que da la Escritura es clara.
Por cierto, no estamos en el centro del universo. Dios esta en el centro del universo y en definitiva  todo lo que hace gira en torno a Él. Si esto es cierto, podemos preguntarnos si Dios es egoísta. ¿Cómo es posible de Dios que el próposito de Dios sea exaltarse a sí mismo?  Es una buena pregunta y nos motiva a hacer una pausa hasta que nos hagamos la siguiente pregunta: ¿A quién más querríamos que exaltara? En el mismo momento en que Dios exalte a otro o a otra cosa , dejará de ser el gran Dios digno de toda gloria en todo el universo que es. Debemos guardarnos de las malas interpretaciones en este punto. La Biblia no dice que Dios no nos ame de manera profunda. Por el contrario, hemos visto en la Escritura a un Dios con una inusitada, sorprendente e íntima pasión por su pueblo. Sin embargo esa pasión no se centra de modo definitivo en su pueblo. Se centra en su grandeza, en su bondad y en su gloria que se hace conocida en el mundo entero entre todos los pueblos. Desconectar la bendición de Dios de su propósito global es caer en un cristianismo antibíblico. Saturado de egoísmo que pierde el sentido de la gracia divina.Es una verdad fundacional: Dios nos crea nos bendice y nos salva a cada uno de nosotros con un propósito radicalmente global. Entonces, si no tenemos cuidado nos sentiremos tentados a hacer excepciones. Nos sentiremos tentados a adoptar pantallas de humo espirituales y abrazar comodidades nacionales que nos excusan del plan global de Cristo. Además en este proceso, nos encontraremos  acámodándonos a planes inferiores de la cultura que nos rodea, e incluso la iglesia que nos rodea ,consideran más admirables, más manejables y más cómodos.
Platt, D. (2011)del cristianismo. Unilit.  Pág. 71-72 
Descargue el primer capitulo: https://docs.google.com/file/d/0B-3aerhggXXZS21pcktNbjFSc1k/edit


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